Paul Auster, poeta

Seix Barral publica en una edición bilingüe la poesía completa del autor de La trilogía de Nueva York

El Paul Auster poeta no difiere mucho en sus temas al Paul Auster narrador. El azar y el destino son aspectos que aborda independientemente de la forma que adopte su poesía. Seix Barral recopila los versos completos del autor, escritos durante la década de los 70, en una edición bilingüe traducida y prologada por Jordi Doce, crítico y también poeta. 

A continuación se pueden leer tres de los poemas del libro.



Presagios

Te respiro.
Te sereno fuera de mí.
Te entumezco en el ámbito
de la luz fraternal.
Te sorbo hasta dejarte
en los posos del desastre.

El cielo prende un astro vagabundo
en mi pecho. Veo al viento
como testigo, la alta noche
que flaqueó
en un laberinto de robles,
la distancia.

Te persigo
hasta el límite del lamento.
Te amamanto de fuerza.
Te desafío,
te deifico
hasta la nada y
nadie,

me vuelvo
tu necesario y más violento
heredero.


Noches blancas

Nadie aquí,
y el cuerpo dice: cuanto se diga
no debe ser dicho. Pero nadie
es un cuerpo igualmente, y lo que el cuerpo dice
nadie lo oye
sino tú.

Nevada y noche. La repetición
de un asesinato
entre los árboles. La pluma
se mueve por la tierra: ya no sabe
qué va a ocurrir, y la mano que la sostiene
ha desaparecido.

Escribe, sin embargo.
Escribe: en el principio,
entre los árboles, un cuerpo vino caminando
desde la noche. Escribe:
la blancura del cuerpo
es del color de la tierra. Es tierra,
y la tierra escribe: todo
es del color del silencio.

Ya no estoy aquí. Nunca he dicho
lo que tú dices
que he dicho. Y, sin embargo, el cuerpo es un lugar
donde nada muere. Y cada noche,
desde el silencio de los árboles, sabes
que mi voz
viene caminando hacia ti.


Mentiras. Decretos. 1972

Imaginad:
la palabra reclutadora
que acampó en la miseria
de su cielo inaccesible,
a gritos de distancia,
continúa su guerra
en el tiempo.

Imaginad:
incluso ahora
no se arrepiente de su juramento,
incluso ahora
regresa tartamudo, sin testigos,
a su trono resucitado.

Imaginad:
los que fueron asesinados,
malditos y radiantes a sus pies,
esgrimen los cuchillos
de un silencio modesto, innato,
hasta el fondo
de las callejas de su boca.

Imaginad:
me dirijo a vosotros,
desde el atardecer del primer día,
inmarchitablemente,
junto a la breve, humana mecha
de la resistencia.


 Paul Aster en Wikipedia.

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